Entre el beneficio y el maleficio existe el mentor, perpetrador y el expositor. Una suerte de triada que se une para entregar, a un conjunto de personas, el máximo de contenido para tenerlos atentos, convencidos y adiestrados. Siendo estas condiciones las que se aplican a mi sociedad para contenerla, desviarla, aturdirla, atemorizarla y someterla al flagelo de lo desconocido e incertidumbre del bien; potenciando la realidad del mal.
Chile es un país del tercer mundo que lo han conquistado, desmantelado y diezmado en sus 500 años de hegemonía. Desde sus imperialistas acciones, pasando por los caudillos sectarios, llegando hasta los cooptados temporales todos han tenido acuerdos para mantenerse en la posición y no abandonar su privilegiada condición.
Ven a las personas gentiles como el caldo de cultivo de sus más sombrías necesidades de desviación, embaucamiento y conspiración. Las dejan avanzar con un credo total, configurándoles el mundo a imagen y semejanza de otros mundos, llegando a recrear el globo en total y armónica condición de supervivencia, avance y desarrollo.
Sin embargo, hay todo un poder atrás de las acciones que llevan las personas para ajustarse a lo dado. Una potestad que tiene la facultad de comprar, vender, robar, ocultar, desaparecer, extinguir, crear, desarrollar, intervenir, etc., etc. y etc.
Esta potestad ha sido capaz de saber los pensamientos, inclinaciones, tendencias, acuerdos, convenios, alianzas, instintos y otro largo etc., por medio del espionaje. Toda averiguación la usa en contra de los que creen que no son escuchados y, de esa forma, se adelanta a una situación para favorecer su posición.
En el caso de la sociedad chilena, aquella potestad está al tanto de nuestros movimientos. Se ha adelantado y configurado una condición; potenciado la reacción y regado el caos para que no veamos sus movimientos que son a gran escala, pero no se perciben con antelación dada la desconcertante situación.
Todos caen ante el nivel de desorganización. Los más aventajados cuidan su posición, pero tienen que prestar atención al arrastre que provoca el descontrol, dejando cabos sueltos que le restan capacidad para la reacción. En un corto plazo, se dan cuenta que han sido sometidos por un poder mayor.
Hay un Acuerdo y ese es al que se le debe prestar atención:
“Entrega tus recursos, mantén sometida a la población, deja que mis socios entren en acción y no pretendas tener un atisbo de emancipación. Te haremos sentir nuestro poder de organización y destrucción. Recuerda, siempre, que sabemos todo lo que piensas, ya que también somos dueños de la máxima intrusión.”
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