Facebook es la punta de un gran iceberg.
Cuando el CEO me indicó que las cosas para los blogs venían en picada, yo asentí sus dichos; no obstante, mantuve la idea de contener lo que se estaba originando. Hacía tiempo que me había fijado en el advenimiento de una gran máquina digital que nos contendría a todos y escudriñaría toda la gama, prolífera, de decantaciones que el ser humano digital arrojaría a las redes.
Ya había existido la intención -con Atina Chile, de Flores y Edwards- de crear una red de comunicaciones, digital, entre nuestros connacionales; sin embargo, el accionar de esta red social no logró impactar de lleno a un mercado que, aún, no estaba maduro.
Los sitios web comenzaban a tener relevancia y todos querían tener usuarios y perfiles de ellos. Las intranets mantenían el liderazgo de red mancomunada y de uso obligado para interactuar en pos de las organizaciones y sus acciones. La literatura hablaba de las corporaciones mundiales que debían poner en línea a sus unidades estratégicas de negocios, más allá de las centrales de operaciones, como ya lo venía haciendo BP. Empresa petrolera que debía mantener el flujo comunicacional entre sus plataformas perforadoras, alrededor del mundo.
Acá en Chile, antes de Facebook llegó Twitter y ya se estaba probando el “microblogin”, con una línea de tiempo mancomunada entre seguidores y seguidos.
He de recordar a un profesional de las comunicaciones, el cual viajó a EE.UU. y constató el poder de la digitalización en las elecciones del 2008. En aquella oportunidad, el periodismo inquisitivo se fijó en el despliegue por las redes digitales y el cambio en el color del presidente de aquella nación.
Ya para el 2009, acá en Chile, estábamos con una penetración bestial de Facebook y los medios nacionales constataban el grandilocuente trabajo de masificación que estaba ejerciendo la RR.SS. Sitios puntuales como fayerwayer y chileanhardware lograban, también, ser registrados por el incipiente radar de digital de los diarios de circulación nacional.
Nuestro gobierno de turno, solo veía con asombro y declaraba con cuidadoso tono de no injerencia en las supuestas libertades que estaba entregando los nuevos sitios de contención digital, su participación e inclusión en el nuevo ambiente para no quedar atrasados en la velocidad de los bits.
Pero aquello estaba siendo coordinado con la interpretación de los que estaban a la vanguardia y podían dictar las normas. Además de ser dueños de los servidores, el poder monetario que se les ingresó los capacitó para absorber ciertas aplicaciones que venían ostentando crecimiento, exponencialmente.
No solo está la red social FB en juego, sino el servicio de chat de W y la vitrina digitalizada I. Con esta capacidad de control de la digitalización, pueden triangular a un ser humano y predecir sus movimientos, dándole información a voluntad del amo de los hipervínculos.
Héctor Quijada O.
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